viernes, 23 de abril de 2010

Sobre la dimisión del Papa



En estos días en que hay obispos que dimiten antes de que su edad lo exija, muchos comentan la posibilidad de que el Papa dimita, lo que supondría, dicen, dar ejemplo y asumir sobre sí la responsabilidad de los casos de pederastía y la ocultación de los mismos, graves pecados con los que la Iglesia se presenta hoy al mundo. Los cristianos, lejos de sumarnos a las pancartas y a las afirmaciones irreflexivas, debemos "examinarlo todo y quedarnos con lo bueno".

De la posible dimisión de un Papa hay un precedente lejano: el caso de Pedro de Morrone, Celestino V, que dimitió de su responsabilidad como sumo pontífice el 13 de Diciembre de 1294. En palabras de Ricardo Gª Villoslada, jesuita e insigne historiador de la Iglesia:

"Había entre los exaltados que negaban al Romano Pontífice la facultad de poder abdicar. --La unión del papa con la Iglesia de Roma (decían) es un matrimonio indisoluble, que no conoce divorcio-- A fin de prevenir las peligrosas consecuencias de esta falsa idea, Celestino V hizo componer una bula declarando que el papa puede renunciar a su dignidad, y el 13 de Diciembre de 1294 la leyó en público consistorio. Acto seguido se hizo la gran renuncia (il gran rifiuto, que Dante le reprochará para hundirlo en el infierno) y los cardenales se la aceptaron"

Historia de la Iglesia Católica, t. II, BAC, Madrid, 1988, pp. 552-556.

No es cuestión de imposibilidad, por tanto, sino de voluntad. Voluntad que habremos de intentar entender, cuya tremenda responsabilidad no acierto apenas a vislumbrar y por cuyo auxilio divino pido sinceramente desde aquí.

Juan Diego González,
C. Amén.

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