Nos encontramos ante un nuevo tiempo especial, tiempo en el que sería bueno que nos pusiéramos delante de Dios y nos atreviéramos a mirarlo a los ojos, a acercarnos a su mirada y desde ahí pedirle que nos convierta.
Es la cuaresma un momento de acercarnos a nuestra debilidad de pecadores para pedirle al Padre que dispone de nuestro barro para lo que Él que quiera.
Estamos ante un tiempo de mirarnos dentro, allí donde nunca queremos mirar y reconocernos también en ese lugar.
En este tiempo de cuaresma disponemos de una excelente oportunidad para asumir nuestra cruz, de abrazarla, de asumirla como parte de nuestro camino cristiano. Si Jesús terminó sus días aquí, ¿donde pensamos que van a acabar los nuestros? Tenemos una ventaja y es que sabemos que después de la cruz está la resurrección, pero tenemos que tener claro que para llegar a esa resurrección prometida, tenemos que pasar por la cruz, por la oscuridad, por el fracaso de nuestra existencia….La cuaresma que ahora llega puede ser un buen momento para reflexionar acerca de todo esto.
Estamos llamados a convertirnos para que el mundo crea, estamos llamados a ser en el mundo un reflejo del Evangelio, estamos llamados a amar a todos y a todo como lo hizo Jesús, es la cuaresma un tiempo de amor “Si amamos sólo a los que nos aman ¿Qué merito tenemos?” Estamos llamados a poner en esta tierra el rostro de Dios.
Esta es nuestra cuaresma permanente asumir nuestra debilidad, aceptar la cruz, mirar a Dios y Amar.
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