7. IDENTIDAD COMÚN.
“Os daré un solo corazón.” Ez 36, 26.
Amén. Un sí a Dios, después de haberle escuchado primero.
Esta es la principal razón por la que elegimos este nombre, la voluntad de estar a la escucha de Dios, con una actitud de espera y de aceptación, predispuestos a aceptar su palabra. Llamados al Amén.
Ha surgido entre nosotros en los últimos tiempos una pregunta por la identidad. Saber quienes somos como Comunidad, a qué estamos llamados, qué es lo que nos configura como algo nuevo en la Iglesia, aquello que nos da razón de ser. Es la reflexión que ha acompañado a esta pregunta la que nos ha hecho escribir estos Pilares de la Comunidad Amén, que son una afirmación de la identidad que todos nos reconocemos en comunidad.
Además nos damos cuenta de que la vida cotidiana en la ciudad y la realidad de ser un grupo de laicos que viven como cualquier otra familia de nuestro entorno, pueden en un momento dado, diluir esta identidad comunitaria, reforzando las visiones más individualistas del cristianismo. Pensamos que es muy importante afianzar la identidad común para sostener, no solo el compromiso y la fidelidad personal al evangelio, sino más aún la peculiar forma de ser cristianos que significa formar parte de esta Comunidad.
El objetivo en esta línea es reconocer ese “solo corazón” que es promesa del Padre a su pueblo, para así arraigarnos más en el envío específico que Dios hace a Amén.
No solo los Pilares van en esta dirección. Otros muchos detalles pequeños, y no tan pequeños, que estamos poniendo en marcha pretenden ayudar a cumplir este objetivo. Son:
a. Celebración del aniversario de la Comunidad. El 22 de Diciembre es para nosotros un momento especial, y hasta hoy lo hemos celebrado pasando el día juntos, con una oración y una comida.
b. Retiro anual. Suele ser en verano y en él se realiza una evaluación del curso que termina y se plantean las prioridades del curso que empieza. También suele tratarse algún tema relacionado con la espiritualidad comunitaria.
c. Pascua. El momento litúrgico central del año cristiano suele ser para nosotros un momento de intensa vivencia comunitaria, tanto si lo vivimos más hacia dentro, como si lo compartimos con la parroquia o con otras personas.
d. Navidad. A lo largo de las fiestas de Navidad solemos tener un mayor contacto con las familias de los demás hermanos comunitarios, y prima el carácter festivo de estos días sobre una posible orientación más espiritual.
e. Símbolo comunitario. La imagen de un puente representa para nosotros la vocación que hemos recibido a servir de unión entre realidades alejadas.
f. Casa común. Debido a que vivimos cada familia en una casa, muy a menudo nos resulta difícil encontrar un espacio físico en el que poder compartir, no solo las reuniones o la oración, si no también los momentos lúdicos como jugar con los niños. Ante esta realidad y buscando con ello tener un espacio común donde puedan darse muchos momentos de convivencia, hemos comprado una casa en el campo donde pasar en comunidad los fines de semana. Esperamos que esto no impida mantener el ritmo normal de funcionamiento de los miembros de la Comunidad durante la semana, ni en el trabajo, ni en las familias. Tampoco tendría que repercutir sobre la misión comunitaria en la ciudad, pero sin embargo, puede proporcionar una oportunidad importante de afianzar esta identidad común, consagrando al encuentro con Dios el espacio del fin de semana, ayudando a armonizar los tiempos de contemplación y lucha.Tiempo común. Los fines de semana han sido el tiempo que hemos determinado que servirá para que la Comunidad se reúna y conviva. Será en este tiempo en el que hagamos las reuniones formativas y de evaluación, la Eucaristía, y donde los niños y los mayores podremos estar disfrutando juntos. Pasaremos los fines de semana en el campo.
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