Recientemente se ha abierto un tiempo nuevo para la Iglesia católica. Un tiempo de renovación y de gestos de apertura a realidades intra y extraeclesiales que parecían olvidadas durante los últimos años. Es una ocasión magnífica para ilusionarse otra vez con los sueños que vienen haciendo andar al cristianismo desde hace muchos siglos y para, haciendo una sana autocrítica, poner al día nuestra querida Iglesia.
Será muy importante el modo en que todos entremos en diálogo sobre lo que ha de mejorarse y sobre el mejor modo de hacerlo. Hoy, leyendo una obra en otro tiempo proscrita y hoy lamentablemente olvidada, encuentro en uno de los grandes cristianos del s. XX un fuerte apoyo a los pasos hacia la debilidad que ha emprendido el Papa Francisco:
"El régimen de autoridad tan fuerte que ha prevalecido en la Iglesia desde mediados del s. XVI ha contribuido, por su parte, a hacer que toda crítica fuera sentida como procedente de un espíritu de oposición y casi de una ortodoxia dudosa. Una apologética un poco corta, todavía en uso en grandes círculos del catolicismo, ha pensado también a menudo que hacía falta defenderlo todo; ha difundido, sobre la santidad y la perfección de la Iglesia, ideas que no son siempre justas y que no pueden sostenerse, realmente, más que no viendo las cosas como son".
Yves Congar, Vraie et fausse réforme dans l´Église (Verdadera y falsa reforma en la Iglesia), Les Éditions du Cerf, París, 1950 (traducción propia).
Juan Diego González,
C. Amén.
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