lunes, 26 de noviembre de 2007

Pilares de la Comunidad Amén (VI)


7. LOS CARISMAS PEQUEÑOS.
“Ya que cada uno ha recibido algún don espiritual, úsenlo para el bien de los demás, para que produzcan frutos las diferentes gracias que Dios repartió entre ustedes.” 1Pe 4, 10-11.

“En San Pablo, carisma significa un don, un talento que apunta en una dirección y que busca el objetivo de la gracia de Dios”[1].

Esta Comunidad entiende que no está llamada a ser un grupo de cristianos reunidos en torno a un mismo carisma, si no que su parecerse a las comunidades de los apóstoles pasa por permitir que en ella se desarrollen los distintos dones y carismas que el Espíritu suscite entre sus miembros. Es decir, más a la manera de una comunidad parroquial, que como una orden religiosa.

Desde el principio de esta Comunidad, vimos que era bueno distribuir a los miembros en diferentes servicios, no solo por organización, sino también para que cada miembro desde su servicio ponga delante del resto los dones que ha recibido del Espíritu. No nos ha resultado fácil hasta ahora, hacer coincidir los distintos carismas con los distintos servicios, aunque esta sería la situación ideal, aquella en la que cada uno ha descubierto su carisma y lo ofrece a la Comunidad conscientemente, respondiéndole esta con su aceptación y confianza.

De entre todos estos dones, la Comunidad tiene especial interés en reconocer y aprovechar aquel que ayuda a que todos los demás puedan ser. A este carisma le llamamos autoridad, y sabemos que no implica una situación de poder, si no más bien que aquel que lo posee, estará especialmente llamado a la humildad y al servicio (en el espíritu de aquel dicho de San Agustín “Para vosotros soy obispo, con vosotros cristiano”). Sabemos que no es estática la presencia del Espíritu en nosotros, y que por tanto esa capacidad para armonizar todos los dones, en la edificación de la “casa común”, no habita en uno solo y para siempre, antes bien va apareciendo en todos con el paso del tiempo. No obstante, parece claro que lo ideal es identificar a quién posee con mayor fuerza el carisma de la autoridad y darle confianza para que lo ejerza en beneficio de todos. Nosotros llamamos a esta persona el animador-coordinador de la Comunidad.
Sin tener menos importancia, existen otros carismas que también conviene saber reconocer en la Comunidad, como pueden ser el de aquel que tiene una especial capacidad para promover la oración, para ser profeta dentro de la Comunidad, para cuidar los pequeños detalles que hacen a todos la vida más agradable. Nosotros hemos procurado dar a cada uno una responsabilidad para ir viendo en que manera se van expresando los distintos dones, y para garantizar que todas las áreas importantes están cuidadas. Hasta hoy hemos tenido encargados de la oración, de la administración y secretario, además del coordinador.

Para concluir este punto, queremos reforzar la idea de que los carismas son regalos, dones que el Espíritu suscita para el beneficio común (“El Espíritu suscita por doquier explosiones de evangelio”[2]). Su ejercicio no depende del reconocimiento expreso de la Comunidad, pues son, por si mismos, irradiación del Espíritu. Sin embargo la apertura confiada de la Comunidad a su influjo, incrementa su fecundidad y eficacia, por lo que es conveniente al máximo que esta reconozca y aliente su existencia.

[1] Yves Congar. Sobre el Espíritu Santo. París, 1983.
[2] Y. Congar. op. cit.

No hay comentarios: