viernes, 16 de enero de 2009

Adiós Paco.


Ayer despedimos a nuestro querido amigo Paco Girón, tras 86 años de vida que han dado para dejar una huella imborrable en nuestra ciudad, en toda la diócesis de Huelva y en nuestras vidas.
Un hombre bueno, que además poseía algo de lo que carecen muchos otros hombres buenos, y que a él le hacía tan especial: una enorme energía. Su formidable capacidad para poner en movimiento a las personas, para ayudar a cada uno a encontrar el hueco en el que hacía falta su colaboración, también para aprovechar los recursos económicos disponibles, en general, para construir un mundo nuevo, le convertía en un sacerdote muy especial. Santo le han llamado en sus elegías desde ayer. No estoy en desacuerdo, en absoluto. No creo que haya mucho más que se le pueda pedir a un hombre para serlo. Puedo recordarle saliendo de su casa (fui vecino suyo una temporada) a la 1:00 de la madrugada, ya con sus 80 años a cuestas, camino del Hospital, para visitar a los enfermos que no podían conciliar el sueño. Párroco infatigable, será imposible que otro ocupe el lugar que él ocupó en San Pablo. Harán falta otras generaciones de cristianos en Fuentepiña para que otro sacerdote pueda tener la presencia que tuvo Paco en los corazones de cada uno.
Alegre siempre, testigo siempre, ojalá los que hemos recibido el bautismo de sus manos lleguemos a ser, por la gracia de nuestro Padre, en el que siempre confió, al menos la mitad de cristianos de lo que el fue.
Ahora desde la casa del Padre, querido Paco, ruega por nosotros.
Juan Diego González,
Amén.

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